4ª ETAPA. Mourão – Barragem de Alqueva. 30,5 KM.

Salida: Mourão Llegada: Barragem de Alqueva Distancia recorrida: 30,5 km   Tiempo empleado: 5h:50’
Por fin llegamos a la que debía ser la última etapa del pantano de Alqueva. La lucha de las dos etapas anteriores nos había dejado huella de cansancio pero teníamos la impresión de que lo más duro de la tempestad había pasado. El refrán no se cumplió con la llegada de la calma, pero el final de esta primera fase estaba a nuestro alcance y la previsión meteorológica de esta cuarta etapa era algo mejor.
La noche anterior, a pesar del tremendo agotamiento de la jornada, pudimos comprobar en el briefing que desde la playa donde finalizamos hasta la presa final del pantano había unos 30 kilómetros. En nuestra planificación de las etapas habíamos dejado una de tan sólo 16 km para éste día, en previsión de tener que ampliar por incumplimientos anteriores. Esto nos posibilitó tener una distancia factible para este día.  

Después de las varias confusiones en las que incurrí en las dos etapas anteriores, le pido a Sevi que en su espléndida labor de revisar la ruta del día y marcar puntos de extracción que vamos estudiando sobre el mapa, además, me envíe el track para bajármelo al reloj a través del teléfono. A la vista del mapa, la jornada de hoy tenía mucho recoveco e islas que, sobre el terreno, nos parecerían todas iguales. Lo más fácil en aquellas circunstancias era perderse y ya había sufrido las consecuencias de tener que volver sobre mis pasos contra el viento. Tenía que decidir si me arriesgaba a quedarme sin batería de móvil por exigirle durante muchas horas un alto rendimiento de funcionamiento, o si me arriesgaba nuevamente a equivocar el camino y hacer más kilómetros de la cuenta. Opté por el primer riesgo y fue un acierto.

  Todas las noches se nos hacía bastante tarde realizando labores de logística, moviendo los coches que quedaron en la salida hasta el pueblo donde tocaba pernoctar, intentando que nos dieran de cenar a horas que en Portugal son implanteables, recogiendo el material, etc. A eso había que sumar que comíamos como los perros: una vez al día. Con este escenario y las palizas del Alqueva, por mucho que nuestra sana intención era madrugar bastante para echarnos al agua con las primeras luces, la realidad nos situaba a las orillas del pantano bien avanzada la mañana. Por suerte o por desgracia, en lo sucesivo esto no iba a mejorar.     Cuando llegamos a la playa de Mourão donde montamos el kayak e inflamos las tablas, el viento ya pegaba de norte como podréis apreciar en el video de entradilla del día. Por fortuna, la orografía del recorrido nos haría tenerlo a favor durante bastantes momentos a lo largo de la jornada.

Al inicio, como cada día, salimos con ánimos y dolores renovados. En los primeros minutos el cuerpo va entrando en calor y pronto todo mejora al pasar la típica crisis inicial. En esta jornada Sevi se hace acompañar de Irene en el kayak. Los primeros kilómetros se hacen con relativa comodidad y una velocidad de crucero aceptable gracias al viento lateral y trasero. A pesar del frío inicial, durante la primera hora las nubes van desapareciendo momentáneamente y el viento se calma, lo que nos permite ir todos juntos a buen ritmo e incluso parando para tomar fotos y vídeos sin demasiadas prisas.   Paramos en la boya 27, después de haber pasado números muy superiores en condiciones mucho peores, esos kilómetros se nos antojan pocos y los claros en el cielo nos dan ánimos extra.

    

La jornada se estaba dando bastante bien y navegamos agrupados hasta aproximadamente el kilómetro 12. Ahí hacemos una parada técnica en una pequeña isla en la que tomamos unos frutos secos y alguna barrita, que forman nuestra dieta principal a lo largo de estos días. Entre las piedras de la orilla encontramos el cadáver de un águila, la sacamos del agua y la dejamos sobre la hierba para que pueda ser devorada por otra rapaz o por los insectos de aquel islote en medio de la nada, esa nada en la que se convertía el inmenso pantano de Alqueva en zonas como aquella, muy lejos de cualquier asentamiento humano.

    Después de 3 horas y veinte minutos de etapa, llevábamos 18 km y nos encontrábamos en una zona bastante expuesta al viento. Alfredo y yo habíamos continuado por el centro de un gran canal mientras que el kayak se había desviado y alejado bastante de nosotros. Entramos en una zona en la que el fuerte viento montaba una ola lateral que intentaba tirarnos de las tablas a cada momento. Por desgracia tenemos que girar y encararlo durante los próximos tres kilómetros. Lo estamos pasando mal, las olas están a punto de tirarme y lo consiguen en un par de ocasiones con Alfredo, me quedo junto a él y cuando intento contactar con el kayak, mi walkie no tiene batería y, por supuesto no hay cobertura de móvil. Intento que oigan mis agudos silbidos o me vean agitar el remo, pero están demasiado lejos. Con gran dificultad y cerca el uno del otro, Alfredo y yo alcanzamos una isleta donde por fin podemos resguardarnos del intenso viento. Rodeándola por la otra cara, aparece nuestro kayak de apoyo y nos confiesan que han tenido problemas con las olas y el viento, lo que les provocó distanciarse tanto de nosotros. Aún quedan unos 9 km para llegar a Barragem de Alqueva, el final del infinito pantano. Mis compañeros intentan disuadirme de seguir y yo los convenzo de que no me queda otra que salir y continuar hasta las compuertas de la presa. Tras comer una barrita y estirar un poco, me despido de ellos y tomo el rumbo que me marca mi reloj. Aunque aún no lo sé, me quedarán por delante casi dos horas más de trayecto.

Alfredo y los remeros del kayak fijan sobre el GPS unas coordenadas cercanas para que el equipo de tierra venga a extraerlos. Por desgracia, lo que parecía en el mapa ser un acceso hasta ese punto marcado como de salida, no es posible en realidad y esto hace que todo se complique y dificulte el final de esta etapa.

Por mi parte, continúo peleándome con un viento que casi todo el tiempo me hace remar de izquierdas. Han de pasar algo más de 3 km y 37 minutos para encontrar refugio en una nueva ensenada. A partir de aquí, los tramos de viento favorable se alternan con otros en los que no lo es tanto, pero la visión cercana en el mapa del final del Alqueva, me hace palear con fuerza y con rabia para alcanzar mi objetivo.

En los últimos kilómetros comparto mi ubicación como señal para que el equipo de tierra se divida y alguien venga a mi encuentro. Después de casi seis horas de jornada, con poca agua en mi mochila y con gran emoción, reconozco en la lejanía la silueta de la presa de Alqueva. Me queda muy poco para terminar y me parece increíble haber llegado hasta aquí con tanto sufrimiento.

Con gran emoción y dándome ánimos a mí mismo, llego a las inmediaciones de la zona de exclusión que marca la línea de boyas de seguridad de la presa. Los últimos cientos de metros los hago a ritmo relajado. Disfruto de la visión de las compuertas desde el interior de la presa y del tibio sol que se oculta agitando sus rayos entre los árboles. Por fin… vencimos al Alqueva.    

Tras un buen rato de espera y apenas sin batería en mi móvil, Paloma acude a recogerme y me comunica todas las dificultades que se han dado para extraer al resto del equipo. Ahora toca recoger coches y furgoneta que quedaron atrás. Después de unas dos horas entre ida y vuelta, llegamos al antiguo convento y cuartel militar que en la actualidad es el Hotel do Moura.

 

A las doce y media de la noche, Alfredo y yo pudimos cenar gracias a la caridad y los espagueti de la familia Martos, a la que le debemos eterno agradecimiento por evitar que esa noche durmiéramos con el estómago vacío.

Detalles y track de la etapa: https://connect.garmin.com/modern/activity/2578779870

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