2ª ETAPA. Machados – Playa de Cheles. 20,5 KM.

Salida: Machados Llegada: Playa de Cheles Distancia recorrida: 29,1 km  Tiempo empleado: 6h:52’
En esta segunda etapa teníamos previsto realizar 34,5 km. Sin embargo, en la reunión previa decidimos marcar varios puntos de extracción en los que podríamos dar la etapa por terminada, dado que las previsiones meteorológicas anunciaban que la tempestad Hugo vendría a visitarnos en los próximos tres días.
Nos levantamos temprano, desayunamos y a las 9:00 h estábamos justo en el lugar donde terminamos la primera etapa. Pudimos comprobar antes de meternos en el agua, lo difícil que iba a ser la jornada. Ya había un fuerte viento de sur-sureste, con previsión de aumentar en las próximas horas y que iba a complicarnos mucho el día, dado que lo tendríamos en contra prácticamente todo el tiempo. Iniciamos la jornada el kayak con Irene y Sevillano, mientras que Alfredo y yo navegaríamos sobre nuestras tablas. Una vez en el agua y mientras me quito las zapatillas para llevarlas sobre la tabla y navegar con los pies desnudos tal como acostumbro, mi remo cae y es tan fuerte el viento que ya no puedo recuperarlo por mucho que remo a dos manos, Alfredo tiene que venir a rescatar y entregarme el remo. Este es el preludio de lo que nos esperaba en esta endiablada etapa.

       

Nos ponemos en marcha y comienza la titánica lucha contra un viento constante que aumenta por momentos con rachas que prácticamente nos hacen descabalgar de nuestras tablas. En los primeros kilómetros avanzamos a ritmo lento de entre 11 y 16 minutos/km, la lluvia y el frío endurecen un poco más nuestro camino. En nuestras mentes, el deseo de que la previsión no se cumpla y aquella pared invisible contra la que nos estábamos golpeando desapareciera o se atenuara. Frente a ese deseo, la idea y la confirmación de que la previsión se estaba cumpliendo y lo que quedaba por delante no iba a ser mejor que lo pasado. Al pasar por el primero de los dos puntos de extracción marcados, Alfredo decide que es suficiente para él en tales condiciones. Sobre todo teniendo en cuenta que llevaba una tabla bastante menos estable que la suya y el día no estaba para experimentos. Fue una buena decisión.   Mamen estaba en ese punto con el coche y tras pasar con cierto adelanto respecto al kayak y a mi compañero de SUP, decido seguir pese al gran esfuerzo que me supone mantener 4 o 5 km/h en los mejores momentos. Llegar hasta el segundo punto de extracción en el kilómetro 20,4 me costará bastante, pero no puedo permitirme recortar tanto esta etapa de tal modo que la distancia no recorrida hoy sea insalvable para recuperarla otro día. Continúo con la convicción de que el resto del equipo se quedaría en este punto de extracción.

                  

Remar en mitad del enorme embalse te hace sentir casi en mitad del mar. Un viento constante entre los 25 y los 40 km/h y rachas de 40/45 km/h me “atacan” de frente. En momentos, no avanzo a pesar de remar sin parar. Al contrario, me hacen retroceder. No recuerdo esfuerzo igual ni en los días de temporal en el mar. Aprieto los dientes y en mi mente sólo hay una cosa… ¡Marchar o morir!, en honor a la película de 1977 protagonizada por Gene Hackman. Me encuentro sólo en medio de un pantano interminable, sin cobertura de móvil ni de walkie, con un poco de agua potable y unas barritas energéticas como único alimento. Supongo que el equipo de tierra habrá ido hacia el segundo punto de extracción y no queda otra, he de llegar hasta allí. En todo momento intento resguardarme del tremendo viento que se acelera entre aquellas montañas verdes que me rodean, voy pegado a la ribera pero sigo sin avanzar lo que correspondería al nivel de esfuerzo de mis paladas. Finalmente, entro en una zona con cobertura y compruebo en mi móvil que quedan muy pocos kilómetros para llegar al segundo punto de extracción que hoy sería el de salida. La cantidad de recodos y brazos de este enorme pantano podían confundirme y debía cerciorarme de mi situación respecto al punto de llegada. Compruebo que el último tramo no será fácil, hay un momento en el que las montañas se abren y he de navegar en pantano abierto durante casi dos kilómetros (posteriormente verificaré que éste fue el tramo entre los kilómetros 17 y 19 que podéis comprobar entrando en el link de Garmin que adjuntamos al final de esta entrada). A lo largo del día me fui poniendo pequeñas metas, cortos retos con puntos de referencia que iba consiguiendo y que me permitían seguir. Ahora debía cruzar un espacio “limpio” de marcas. Agua y viento sin más. Afronto con más ánimos que fuerzas este último reto y todo lo que deseo en la vida es llegar hasta aquella isla que parecía alejarse en vez de estar más cerca. Tras más de media hora interminable, consigo llegar a la pared de la isla que me resguarda por fin del vendaval. Ha sido duro llegar pero lo he conseguido. Pronto recibo una voz entrecortada en mi walkie y reconozco a Alfredo que intenta contactar conmigo, ¡nunca me he alegrado tanto de escucharte, amigo mío! Una vez que tengo decidido finalizar la etapa en aquel punto, paleo con las energías que me quedan alrededor de la voluminosa isla, vuelvo a enfrentarme al viento durante otra media hora adicional para llegar al final de la jornada, la playa fluvial de Cheles. A mi llegada me reciben bajo la lluvia, Mamen, Alfredo con sus padres y sobrina y Noe, que se incorpora a la expedición en ese preciso instante. Para mi sorpresa, Irene y Sevillano me seguían en el kayak a bastante distancia y con gran ánimo. No me habían dejado sólo, ¡qué suerte llevar conmigo semejante equipazo de luchadores!

Había empleado 4 horas y 43 minutos paleando a sólo 4,3 km/h de media para completar el 60% de la etapa que teníamos planificada.

Aun cuando escribo estas líneas, no tengo claro si lo más duro de éste y de los dos días siguientes fue la lucha física o la mental.

Detalles y track de la etapa: https://connect.garmin.com/modern/activity/2573528136

 

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